A un preso le gustaba mirar al exterior a través de un ventanuco enrejado que había en su celda . Todos los días se asomaba y cada vez que
veía pasar a alguien al otro lado de las rejas, estallaba en sonoras e
irrefrenables carcajadas.
El guardián estaba realmente sorprendido. Y un día le
preguntó :
- Oye, ¿a qué vienen todas esas risotadas día tras
día?
El preso contestó:
- ¿De qué me río? ¡Pero estás ciego! Me río de todos esos
que van por ahí.
¿No ves que están presos detrás de estas rejas?
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