Ya es muy serio empeñarse en valorar los fuegos artificiales
electorales en términos de “ganadores” y
“perdedores”como si eso fuera la clave para mejorar el mundo en lugar de dedicar la mitad de ese esfuerzo
conjunto en entender y buscar alternativas que mejoren nuestra vida y la hagan más
feliz para más gente.
Por eso me duele más que quienes decían que se empeñaban en
recoger el importante malestar social que cristalizó en el 15 M vayan derivando
en esto, como han venido haciendo los partidos de toda la vida tras cada
elección.
Claro que si te empeñas en pensar y ejercer de que “has
nacido para ganar elecciones” ya has perdido de antemano como encauzador de ese
malestar. Para mí que Unidos Podemos no están siendo derrotados por nadie que
no sean ellos mismos.
Ni siquiera en estos tristes días hemos visto una victoria de la España
de la derechona que tan cómoda resulta como comodín explicativo. Al fin y al
cabo de los 700000 votos más del PP respecto del 20D, cerca de 400.000 fueron restados a Ciudadanos
y otros 300.000 fueron provistos por otros caladeros (abstencionistas en su
mayoría). En conjunto el “bloque conservador” PP-Cs sólo obtuvo 300.000 votos
más. Dolorosísimo si, escandaloso, después de todo lo que hemos vivido en los
últimos años, pero sociológicamente no
es gran cosa si pensamos que son “una minoría del 23%” de los 34 millones de los
que tenían derecho a voto (sin contar con los inscritos en el exterior).En este, pais como en cualquier sitio también hay gente que no le van mal las cosas y
defiende sus intereses y población envejecida que no va a cambiar mucho y menos
si le llevan a votar.
Ya sé que Unidos Podemos tuvo un millón cien mil votos menos
que lo que sumaban Podemos, las confluencias e IU en las pasadas elecciones del
20D. Ya sé que ese millón cien mil votos salía en todas las encuestas previas
de los medios de desinformación masiva ¿ Y ?
Estrategias de los que preparan las elecciones como si eso
cambiase el mundo. Eso solo quiere decir que en términos electoreros uno de cada
cinco que decía o nos contaban que decía que estaba dispuesto a votar a Unidos Podemos decidió quedarse en casa o
dedicarse a otras actividades o cambiar de papeleta.
Los polipajólogos nos dirán que la confluencia ha sido un
fracaso, que si IU no suma, que el liderazgo de Pablo resta, que asusta al
electorado moderado, que una parte de los electores de un partido (Izquierda
Unida), que ha rozado varias veces el extraparlamentarismo, no se sentía cómodo
con la campaña de Errejón), o que tanta #sonrisadelaabuela y tanta bandera de
España han acabado dejando de lado al votante tradicional de izquierdas. Nos
pueden decir que algunos no fueron a votar por pereza, cansancio de tantas
elecciones o porque hacía mucho calor. Que otros no acudieron porque para votar
“socialdemocracia” mejor dejar gobernar al original, que la confluencia no
convencía porque era una chapuza cerrada en despachos sin primarias ni
validación democrática,…. Y así un largo etcétera extendido en todas
direcciones. Pero toda esta casuística, que a la postre resulta infinita, sólo
puede interesar a los aprendices de director de campaña, a los expertos en
análisis electoral y a aquellos partidos que se interpretan a sí mismos según
los marcos de la política convencional.
Yo prefiero pensar en términos distintos a la mercadotecnia
electoral. Y más en un país y en un pueblo en el que en la lógica electorera desde
hace un año parece que los votos a Podemos crecen como por arte de magia potagia.
Pese a ese enorme número de personas que ha votado aquí UP, me
preocupa enormemente que , se diga lo que se diga con palabras, lo hacen como
los votantes de cualquier otra fuerza política , votan a un proyecto político
de cuya construcción hemos sido testigos privilegiados, que ha crecido como
opción real de gobierno únicamente porque se ha sabido montar sobre una ola de
cambio, importante pero minoritaria, hecha por una multitud de movimientos
salidos antes y después del 15M y de una lógica de comunicación en red que
opera a través de canales que no dependen de los medios de comunicación
convencionales.
Pero en realidad desde hace mucho mucho tiempo una parte mayoritaria de ese espacio permanece muy poco activo o
inactivo en lo que se refiere a verdaderos proyectos de cambio en la vida de
todos los días. Vivimos como siempre y votamos a Podemos.
Podemos está teniendo mucho de “política experta”, de ir a
la moda , de “ a ver si estos cambian lo que otros no cambian”. Mucho activismo
de Facebook y mucho menos compromiso a través de trabajo diario y de vivir la
vida de otra manera.
Propongo un pequeño viaje en el tiempo, al menos cinco años
atrás, cuando, a finales de junio el 15M estaban levantandose las acampadas de
las plazas al grito de “lo llaman democracia y no lo es”. En aquel entonces, el
movimiento rehuía de la construcción de liderazgos personales, defendía una
política horizontal y amateur, y tenía en el centro de sus preocupaciones
incluir al mayor número de gente común. La aureola inicial de Podemos en sus
primeros tiempos, cuando se declaraba como un partido “anticasta”, se debió a
que fue un calco político del 15M, que se expandía según el mismo patrón de
proliferación de círculos locales y de replicación en redes.
Pero enseguida, tras la emoción inicial de ver (vernos) con
gente que hacía tiempo no nos veíamos juntos en estas guerras, empezó a asomar
como un partido más, con su dirección oligárquica por arriba y unos círculos
donde se hacían las cosas como siempre y en muchos casos conducidas por los
mismos que se la habían pegado en guerras de partidos de otros tiempos y
algunas personas que se acercaban curiosas y con ganas de cambio. Hasta ha
habido notables trifulcas por el poder interno.
De aquella franja del 15-18% de expectativa voto, de la que
hablaban los medios de distracción masiva en la primavera de 2015 , el auge de las
candidaturas municipalistas en muchas ciudades, y algunos pueblos , con formas
de comunicación, implicación y organización más próximas al 15M, volvieron a
elevar el techo electoral. Creo que el recuerdo de las mismas fue lo que empujó
también las posibilidades de Podemos, cuando el 20D obtuvo sus mejores
resultados en votos allí donde fue en “confluencia”.
Pero creo que es un espejismo, que ya no quedaba mucho de
ese impulso social distribuido. Y esta historia de ir de campaña electoral en
campaña electoral está haciendo el resto. Empezamos a oir hablar de
“rojigualdas”, de la “patria”, de la moderación, de la estrategia para gustar a
mas gente, de la “socialdemocracia”, de la sonrisa , en fin, campañas de
partido que solo dependen del partido y triunfalismo dirigido exclusivamente a
recuperar la representación. Durante esta orgia electorera Podemos ha prometido
esencialmente dos cosas: (uno) que podían ganar las elecciones y (dos)
que con el gobierno en su mano darían cumplida respuesta a las exigencias de
cambio. Y así las cosas esto no está siendo sino un narcótico para bastante gente
que en el fondo entiende política como
representación (elijo al que me arregle mis cosas). Y no digo que por maldad
alguna sino por falta de otra experiencia , por necesidad de creer o por buena
fe. Y ojo que el problema de los narcóticos suelen ser las resacas.
Pero si queremos que de esta salga algo bueno no se puede seguir
en las misma claves de siempre: generando expectativas hacia la política representativa
, generando la ilusión de que la vida puede cambiar haciendo prácticamente lo
mismo a diario, jugando "a la politica" de campaña en campaña (y ojo que aquí tenemos otras elecciones nada mas venir de vacaciones el que vaya),ejerciendo la delegación en un grupo inteligente y capaz de
desencallar lo que solo la “gente” con su esfuerzo es capaz de hacer por sí
misma….pero sin la “gente” y sin política que vaya más allá de los expertos y
de la lengua de palo de los políticos profesionales. En esto no hay proyectos
de cambio real.
Ya comenté antes de las elecciones que las claves para ir
avanzando, despacito por supuesto, y sin pretender asaltar los cielos, debieran
de ir por:
- Hacer una apuesta por la autogestión en cada una de las
tareas comunes que acometamos, autogestión real que suponga relaciones
horizontales y libres entre la gente y por supuesto apoyo mutuo y acción
directa para mejorar las cosas que nos propongamos en común. Eso y no otra cosa
es la democracia que tiene sentido en estos momentos.
- Seguir intentando la confluencia de iniciativas ciudadanas
y de las organizaciones que tengan estas características, frente a la
fragmentación y el sectarismo que se revelan en tantos lugares.
- Procurar el acercamiento , y dar el máximo protagonismo, a
las personas que sin saberlo ni anunciarlo practican en sus vidas de manera
vivencial y espontánea el apoyo mutuo y la autoorganización para mejorar la
vida.
- Intentar anchar en nuestro entorno los espacios de
cooperación y voluntariado ya existentes y procurar mantenerlos autónomos
y a salvo del clientelismo de los
poderes establecidos y sus malas prácticas. Estimular su federación y
acrecentar su dimensión de confrontación con el sistema de vida que ordena el
dinero y los poderes.
- Pelear para que se extienda la conciencia de lo que
significa el colapso del sistema, y hacerlo desde la perspectiva de la crítica
del ideal de crecimiento que está latente en nuestra forma de vivir, de la
necesidad de buscar formas de vida cada vez más sencillas, saludables y
austeras y de la desmitificación de lo
que supone el activismo a través de las redes sociales y el uso gilipollas de
muchas de las tecnologías que se nos ofrecen.