Durante la era glacial, muchos animales morían por causa del
frío. Los erizos, que notaron lo que pasaba, empezaron a juntarse en grupos,
así se abrigaban y se protegían mutuamente, pero las espinas de cada uno herían
a los erizos más próximos, que eran los que les
daban más calor.
Entonces algunos empezaron a alejarse unos de otros y de nuevo se
morían congelados.
Tuvieron pues que hacer
una elección: o desaparecían de la Tierra o aceptaban las espinas de los
compañeros. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. Aprendieron así a
convivir con las pequeñas heridas que la relación con otro erizo muy próximo
podía hacerle por lo importante que era
el calor del otro.
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