Seguía atrapado allí dentro, aunque lo había intentado en
varias ocasiones, una fuerza superior le impedía salir de caza con sus
hermanos. Su madre procuraba alentarlo en la extravagante tarea en la que se
había embarcado, pero en el fondo no podía evitar sentirse preocupada. Ella
tampoco lograba comprender por qué su hijo pequeño se pasaba las tardes
encerrado en la cueva, pintando aquellos extraños bisontes.
Raúl Clavero Blázquez
1 comentario:
Y gracias a él hoy sabemos que existieron los bisontes y sus hermanos los cazaban.
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