Las besa con suma conciencia para no equivocarse entre
tantas cabezas. Puede que sea la última vez que besa a sus niñas pero la idea
ha dejado de dolerle hace días. Ellas, ajenas, juegan a sacar con un pequeño
vaso de plástico el agua que va entrando gota a gota en la balsa. Y ella,
jugando también a no morir, les dice que cuando lleguen, ya verán, van a ir a
comprarse un vestido nuevo y un helado.
Carmen Quinteiro.
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