El bosque era mi casa y vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo limpio y ordenado.Un lunes soleado mientras recogia la basura dejada por los excursionistas del fin de semana, sentí pasos. Me puse detrás de un árbol y vi venir a una niña vestida en forma muy divertida, toda de rojo y con su cabeza cubierta, como si no quisiera que la vieran.
Naturalmente, con curiosidad quise saber quien era, a dónde iba, de dónde venía. Ella me dijo, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo. Me pareció una persona maja, pero estaba en mi bosque y era muy sospechosa con esa ropa tan extraña. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y vestida de forma tan rara. Le dejé seguir su camino, pero corrí a la casa de su abuelita. Cuando llegué allí estaba la simpática viejecita y le conté lo que pasaba.Los dos estuvimos de acuerdo en que su nieta merecía una lección. Ella permanecería oculta bajo la cama hasta que yo la llamara.
Cuando llegó la niña, la invité a entrar al dormitorio donde estaba acostado, vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada y a la primera me dijo algo desagradable sobre mis grandes orejas. Otras veces ya me han insultado así que intenté ser amable y le dije que mis grandes orejas eran para oírla mejor. Me gustaba la niña pero enseguida me hizo otra observación insultante acerca de mis ojos salidos.
Empecé a sentirme mal; la niña parecía guapa, pero era muy antipática. Siguiendo la política de poner la otra mejilla le dije que mis ojos me ayudaban a verla mejor. Pero enseguida me puso a cien. Siempre he tenido complejo por mis dientes grandes, y va la niña y hace un comentario sobre ellos. Sé que debía haberme controlado, pero salté de la cama, le gruñí enseñándole mis dientes y le dije que eran grandes para comerla mejor.
Seamos serios, ningún lobo puede comerse a una niña. Lo sabe cualquiera, pero esa niña loca empezó a correr alrededor de la habitación gritando, y yo también corrí tras ella tratando de calmarla. Me quité la ropa de la abuela, pero fue peor.
De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme. Le miré y comprendí que corría peligro, así que salté por la ventana y escapé.
Me gustaría deciros que éste es el final de la historia, pero, desgraciadamente no es así.La abuelita nunca contó la historia de esta forma y pronto se corrió la voz de que yo era un lobo malo. Y todo el mundo empezó a evitarme.
No he sabido que ha sido de esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero yo nunca más he podido ser feliz.
Naturalmente, con curiosidad quise saber quien era, a dónde iba, de dónde venía. Ella me dijo, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo. Me pareció una persona maja, pero estaba en mi bosque y era muy sospechosa con esa ropa tan extraña. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y vestida de forma tan rara. Le dejé seguir su camino, pero corrí a la casa de su abuelita. Cuando llegué allí estaba la simpática viejecita y le conté lo que pasaba.Los dos estuvimos de acuerdo en que su nieta merecía una lección. Ella permanecería oculta bajo la cama hasta que yo la llamara.
Cuando llegó la niña, la invité a entrar al dormitorio donde estaba acostado, vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada y a la primera me dijo algo desagradable sobre mis grandes orejas. Otras veces ya me han insultado así que intenté ser amable y le dije que mis grandes orejas eran para oírla mejor. Me gustaba la niña pero enseguida me hizo otra observación insultante acerca de mis ojos salidos.
Empecé a sentirme mal; la niña parecía guapa, pero era muy antipática. Siguiendo la política de poner la otra mejilla le dije que mis ojos me ayudaban a verla mejor. Pero enseguida me puso a cien. Siempre he tenido complejo por mis dientes grandes, y va la niña y hace un comentario sobre ellos. Sé que debía haberme controlado, pero salté de la cama, le gruñí enseñándole mis dientes y le dije que eran grandes para comerla mejor.
Seamos serios, ningún lobo puede comerse a una niña. Lo sabe cualquiera, pero esa niña loca empezó a correr alrededor de la habitación gritando, y yo también corrí tras ella tratando de calmarla. Me quité la ropa de la abuela, pero fue peor.
De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme. Le miré y comprendí que corría peligro, así que salté por la ventana y escapé.
Me gustaría deciros que éste es el final de la historia, pero, desgraciadamente no es así.La abuelita nunca contó la historia de esta forma y pronto se corrió la voz de que yo era un lobo malo. Y todo el mundo empezó a evitarme.
No he sabido que ha sido de esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero yo nunca más he podido ser feliz.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho, tios , hay que darle la vuelta a los temas.
Os dejo este otro que he leido en el "INTERNÉ" :
Caperucita aún recuerda cuando fue a coger el metro para ir a casa de su abuelita y el lobo le convenció para que cogiese otra línea, una con un recorrido más largo.
Recuerda cuando se fugaron, cuando esperaron juntos hasta la última parada del metro y corrieron hasta el bosque. Y las noches de invierno, cuando dormía pegada a su pecho y miraba embobada sus ojos amarillos. Cuando rezaba para que los cazadores no les encontrasen.
-Dígame señorita, ¿qué ha pasado aquí?
-Ya se lo he dicho agente, el lobo y yo nos fugamos, estuvimos una temporada viviendo juntos y luego...
-¿Y luego qué?
-Empezó a trasnochar, decía que el no podía dormir si no hacía frío, lo de la hibernación, ya sabe. Pasaba la noche de bar en bar, bebiendo y a saber con quién.
-Entiendo, ¿Y cuándo empezaron los abusos?
-Hará cosa de un mes, el cada día estaba más frustrado, no encontraba trabajo y cuando llegaba borracho a casa la pagaba conmigo. Un día llegó con los ojos inyectados en sangre y la boca llena de espuma, le pregunté porque tenía esos ojos tan grandes, porque esos dientes tan grandes... Me dijó que para comerme mejor y después se lanzó sobre mí. Desde entonces unas noches me araña, otras me muerde.
-Está bien, ya tengo todo lo que necesito, no siga.
-¿Le van a encerrar agente? ¿No me hará más daño, verdad?
-¿Encerrarle, pero qué dice? Si no he entendido mal, su madre ya le había advertido que el lobo era peligroso y aún así, en lugar de ir a ver a su abuela enferma se paró para hablar con él. Además no contenta con eso le dijo adonde iba y le enseñó el camino. Es evidente que usted va provocando.
-¿Pero qué está diciendo?
-Lo que oye, que no se puede ir por la vida meneando esa cesta de picnic de un lado a otro. Así despierta el instinto animal de cualquiera.
-¿Está de broma no? Esto tiene que ser una broma...
-¡Estoy hablando muy en serio, señorita! Además ha quedado claro que cuando el Lobo no pudo contenerse más y la iba a atacar, trató de advertirle diciéndole porque tenía los dientes tan grandes.
-!Casi me come viva! Si no llega a ser por nuestro vecino el cazador...
-Ya he escuchado suficiente, la próxima vez que llame espero que sea para algo importante.
El policía cierra la puerta de golpe y Caperucita vuelve a quedar sola. Siente como los muros se le echan encima, como el pequeño apartamento la ahoga. Falta poco para que él vuelva.
Coge su abrigo rojo y su cesta de picnic y baja las escaleras de dos en dos, cuando sale a la calle nota como los hombres la miran como si fuese un trozo de carne, otra vez se siente devorada. Trata de escapar corriendo lo más rápido que puede, hasta que tropieza y cae de bruces en un callejón.
Alguien recoge su cesta de picnic del suelo y se acerca a ella.
-¿Estás bien hijita?
La anciana le tiende la mano a Caperucita y la ayuda a levantarse, ella no puede evitar quedarse embobada mirando sus ojos amarillos.
Efectivamente: En la ultima reunión del Comité Internacional en Defensa del Lobo Feroz (C.I.D.L.F.), se dijo:
1. Que Caperucita sabia perfectamente que podía encontrarse con el Lobo en un bosque
2. Que si Caperucita hubiera ofrecido al Lobo la cesta de la merienda de su abuelita, muy probablemente no habría ocurrido lo que ocurrió.
3. Es Caperucita quien le señala el camino de la casa de la abuelita.
4. La abuelita es idiota al confundir a su nieta con el Lobo.
5. Cuando Caperucita llega y el Lobo esta en la cama con la ropa de la abuelita, Caperucita no se alarma.
6. El hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita, demuestra que la niña iba poquísimo a ver a su abuelita.
7. Con tanta pregunta ofensiva es Caperucita y no el Lobo quien provoca.
8. También la madre de Caperucita tuvo mucha culpa al no acompañar a su hija.
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