Tu amigo el médico se saltó dos veces el protocolo, el código deontológico y la ley. Primero te llamó temprano, mientras ella aún dormía, y te lo contó todo: desde las nulas posibilidades de éxito a los mecanismos de la metástasis. Sin tiempo para lágrimas por la confirmación de su mayor pesadilla, reservaste en silencio el billete de ida en primera clase a la ciudad de sus sueños, el hotel más encantador, el vuelo en globo y los mejores planes para celebrar, por qué no, los 38 años y tres meses de casados. Sin preguntas, tu amigo el médico también te facilitó el final del viaje: dos jeringuillas hipodérmicas y ocho gramos de morfina.
Raúl Sanchez Quiles.
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