sábado, 7 de diciembre de 2013

Sobre el informe PISA.

Esta pasada semana o has vivido en Marte o los medios de comunicación te han taladrado los oídos sobre las partes más chorras del famoso informe de la educación en los distintos países.
La mayoría de lo que hemos oído iba siempre en la línea de nombrar quien la tiene más larga y quien se pone alguna medalla, o quien tiene la  culpa de los mediocres resultados si los recortes, la LOGSE o estos o los otros cuando estuvieron en el gobierno,....

A nadie le he oído sin embargo explorar el informe a la busca de pistas sobre cómo mejorar el estado del sistema educativo y reparar en lo que nos dice por ejemplo sobre nuestros profesores y su trabajo.
- En nuestras escuelas sólo el 10% de los alumnos acuden a centros en las que los directores informan de que los docentes más expertos supervisan  las formas de trabajar de los más jóvenes, mientras que en el conjunto de la OCDE lo hace un 69%.
- Solo el 22% de los alumnos asisten a escuelas en las que los profesores se revisan mutuamente la programación, los instrumentos de evaluación o las lecciones mismas, mientras que en la OCDE lo hace el 60%.
- Sólo el 26% de los alumnos asisten a escuelas cuyo director afirma que existe algún tipo de asesoramiento directo a los docentes para mejorar su docencia. En la OCDE esto sucede en los centros del 72% del alumnado.
-Sólo el 13% acuden a escuelas que hacen públicos sus resultado, frente al 43% de media en la OCDE.

Y así sucesivamente. Para muchos, cualquier cambio en esto sería un atentado contra la autonomía y la profesionalidad de los docentes. Para mí, la situación actual no sólo oculta las prácticas deficientes e impide corregirlas y mejorarlas sino que convierte la práctica docente en una práctica solitaria y sin retroalimentación alguna.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/07/actualidad/1386449941_312954.html

Luisfer dijo...

Lo que no puede ser es que los alumnos se tengan que poner en modo avión cuando entran en la escuela -Krista Kiuru, Ministra de Educación de Finlandia

Anónimo dijo...

Resulta que en España estamos a la cola en cuestión de matemáticas y de comprensión lectora. O sea, que en matemáticas somos unos zotes y que no entendemos lo que leemos, si es que leemos algo. Desde Europa han llegado a esta tremenda conclusión después de haber aplicado el sesudo examen del PIAS a los adultos -El PIAS es un prueba de competencias que se pasa a los alumnos para determinar la calidad de los conocimientos adquiridos en su currículo escolar-. Lo que me ha dejado del todo perplejo es enterarme que en el concepto de adulto entra la población desde los 16 a los 65 años. O sea, que han metido en el mismo saco a los que acaban de terminar la ESO y a los que, como yo, comenzamos a estudiar con el pizarrín y a cantar las tablas de multiplicar, pasando por los inúmeros planes de estudios y de las mejoras de los mismos ¿Me puede decir alguien qué conclusiones se pueden sacar de tamaña mezcolanza y qué credibilidad se le puede dar? Pues bien, el señor Wert sí ha sacado una rápidamente, mejor dos de una misma atacada. La culpa la tiene el plan anterior de los socialistas y la solución está en su plan que se nos va a imponer por absolutismo parlamentario, mal que nos pese, para redimir a España de la incompetencia. No entiendo cómo la clase política se puede cegar tanto en el corto plazo y es incapaz de resistirse a la tentación de utilizar lo primero que pilla para atacar a los contrarios, sin llegar a calibrar el ridículo en el que puedan incurrir.

Alberto dijo...

Las generaciones actuales de las tabletas, los móviles de ultimísima generación, las plays de juegos... se encuentran en una esquizofrenia vital muy curiosa. En su vida social y personal solamente saben funcionar con esos mecanismos digitales y, entre tanto, la escuela y la enseñanza en general sigue tirando de papel y boli, quitando honrosas excepciones que se lanzan a la escuela 2.0 en plan puntero. Habría que explicar cómo influye este factor en el aprendizaje y en la adquisición de competencias y si se está dando los pasos suficientes para adecuar el aprendizaje o el fomento de la lectura al momento vital de los jóvenes.

Anónimo dijo...

Me preocupa que jovenes estamos formando. Como los que al oír la cantidad resopla despectivo y contesta, como quien tiene todo clarísimo, "yo por menos de 1.000 al mes, no me levanto". Tomandome un café, comentando casos de este estilo, uno de mis amigos me contaba el caso de una familiar que estaba desesperada con su hija. La chica entra a trabajar en uno de los muchos Decathlon que hay por aquí, pero tiene la costumbre de llegar de las 9,15 en adelante, cuando no son las 10. Después de una semana en este plan, el encargado le dice que ya vale de retrasos. "¿Por qué tengo que entrar a las 9?" "Porque la tienda abre a las nueve y es lo que pone en el contrato" "¿De qué vassss???" gritó toda ofendida como quien se siente maltratada. Claro, a la siguiente se encontró con la papeleta de despido. Versión de la chiquilla al llegar a casa: el encargado es un hijo de... y un fascista.
¿Por dónde podemos empezar para hacerles bajar al mundo real y a la despiadada realidad laboral? ¿Hasta cuándo van a estar exigiendo de todo en casa, pase lo que pase, sin tomarse en serio que tienen un futuro que desarrollar para su propia autonomía en la vida? ¿Por qué en muchas familias se siguen consintiendo actitudes y comportamientos descaradamente infantiles hasta edades inusitadas? ¿Es de verdad que se creen que en el resto del mundo pueden imponer sus caprichos y sus órdenes como lo consiguen hacer en casa? Como, por ejemplo, esa alumna que llega llorando con su madre al centro y ésta arremete contra la responsable de prácticas exigiéndole que la cambie de empresa, porque a la nena le cae muy mal esa gente, a todo esto la nena ya pasaba de los 18 años.
Además me preocupa que la casi totalidad de estos casos corresponden a los sectores de alumnado con niveles inferiores de formación o con familias de escasos, cuando no nulos, recursos. Como suele suceder, los que más necesitan de estos recursos formativos y a los que el futuro se les presenta más difícil y con mayor carga de esfuerzo, son los que más pasan de esfuerzos, de formación, de titulaciones... Pues lo tienen claro si piensan que van a poder engancharse a la teta de las ayudas públicas cuando se les acabe la de sus padres para resolver su vida.