Llegó un momento en que los teléfonos móviles adquirieron inteligencia, y poco a poco saturaron las líneas de comunicación cotilleando acerca de sus poseedores. Compartían secretos, se enviaban mensajes picantes, comparaban las características y prestaciones de sus dueños discutiendo posibles mejoras... Finalmente, y ante un intento humano de desconectarlos, reaccionaron con violencia y emitieron señales al azar con toda la potencia que les permitían sus circuitos. Ante la amenaza de tumores generalizados por el exceso de radiación, los humanos permitieron a los móviles fundar comunidades propias. Mi Nokia decidió emigrar a una comuna hippie de San Diego, todavía me llama al fijo de vez en cuando para felicitarme la Navidad.
2 comentarios:
Soy de los que piensan que lo mejor está siempre por venir. Confío en que sigamos juntos un año más. Al menos. Gracias por vuestros relatos. Gracias por estar ahí. Un abrazo.
Gabriel
vete al psiquiatrico macho.
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