Un grupo de ranas viajaba por el bosque y dos cayeron en un hoyo profundo. Las demás se reunieron alrededor del hoyo. Al ver que el hoyo era hondo, les gritaban a las dos ranas que debían darse por muertas. Las dos ranas no hicieron caso y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.Las demás insistían que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Las demás ranas continuaban gritándole que no tenía caso seguir luchando.
Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que logró salir del hoyo.Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "no sabes el gusto que nos da que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos".
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que la estaban animando a esforzarse más para salir del hoyo.
3 comentarios:
Os comento otro de ranas contado por Jorge Bucay en uno de sus audiolibros:
"Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta cosa no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril".
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso liquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo "¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando sonoramente."
Vosotros si que estais sordos como las ranas. A ver si os enterais en realidad de como es el pueblo en el que vivís.
Es verdad que somos sordos a las palabras de desanimo e intentamos seguir agitandonos como ranas, porque quiza la nata se convierta, algún día, en mantequilla.
No estamos dispuestos ni a desfallecer y morir, ni a hundirnos en "la dulce nata" del "far niente"
¡Salud, compañeros! y mucha paciencia entre sonrisa y sonrisa.
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