(Dedicado a todos "los saltamontes" de mundo)
Saltamontes llegó a un charco de agua que había en el camino. Estaba a punto de saltar el charco.
-¡Espera! –gritó una vocecita. Saltamontes miró hacia abajo. En el borde del charco había un mosquito. Estaba sentado en una barquita
-Es una norma –dijo el mosquito-. Tienes que usar esta barca para cruzar el lago.
-Pero, señor –dijo Saltamontes-, para mí es muy fácil saltar al otro lado.
-Las normas son las normas –dijo el mosquito-. Sube a mi barca.
-Tu barca es demasiado pequeña para mí –dijo Saltamontes.
-Las normas son las normas –dijo el mosquito-. ¡Tienes que montar en mi barca!
-No quepo en tu barca –dijo Saltamontes.
-¡Las normas son las normas, a pesar de todo! –gritó el mosquito.
-Bueno –dijo Saltamontes-. Entonces sólo me queda una cosa que hacer.
Saltamontes cogió la barca.
-Todos a bordo –gritó el mosquito.
Saltamontes cogió la barca con mucho cuidado. Se metió en el charco.
-Tienes suerte por hacer conmigo esta travesía –dijo el mosquito. He estado navegando de un lado a otro de este lago durante muchos años –añadió -. No me asustan las tormentas ni las olas.
Saltamontes dio otro paso.
Sé más de navegación que cualquiera de por aquí –dijo el mosquito.
Saltamontes dio un paso más. Llegó al otro lado del charco. Dejó la barca en el agua.
-Ha sido un buen viaje -dijo el mosquito-. Ahora tengo que volver rápido a la otra orilla para esperar nuevos viajeros.
-Gracias –dijo Saltamontes-. Muchas gracias por haberme cruzado el lago sano y salvo.
-Fue un placer -dijo el mosquito.
Saltamontes le dijo adiós con la mano y continuó andando camino adelante.
1 comentario:
Tambien yo creo en la tarea callada,a mi me parece que hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que otros que están todo el dia en el candelabro que decia la otra.
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