lunes, 9 de septiembre de 2013

Cuento para hoy.

Hidrógeno presumía de no necesitar a nadie, se movía dando brincos a su santo antojo. Un día piropeaba a unas, otro día le picaba el ojo a otras, pero siempre con aire de galán barato.Sus padres, preocupados de que el muchacho nunca sentaría cabeza, lo llevaron a una escuela de música para chicos con problemas.

Allí estaba Oxígeno, con su pelo negro y sus Converse llenos de flores hechas con rotulador. El primer día ni se saludaron, hasta que un jueves tuvieron que esperar juntos el autobús, y cuando quisieron despegarse, ya no pudieron. Ahora viven fundidos, jamás pelean, se ríen de que se los beban por litros, de que los pongan a navegar por mundos marinos, de que los mezclen con azúcar o de que los congelen. Ellos se siguen llevando bien, aunque sus padres siguen buscándolos en la escuela de música.

María Paz Ruiz Gil

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