Entrando con decisión en el banco, sacó su pistola y encañonó al vigilante de
seguridad. Éste señaló despectivamente con la cabeza hacia la interminable
cola de clientes que, a su izquierda, aguardaban con la mano en el bolsillo de
la chaqueta y contestó:
—A la cola, como todo el mundo.
—A la cola, como todo el mundo.
David Botija Ibañez
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