"De momento, voy a ir llenando la piscina hinchable. Tú ve preparando los bocadillos para que se cebe el niño", piensa el hombre mientras espera a que se llene el recipiente. Después mira a su hijo, una bola de diez años que se pasa el día comiendo. "Encima le ponemos piscina", murmura irritado. Sin pensarlo, coge la aguja, la clava y ve como se vacía lentamente emitiendo un silbido estridente, arrugándose como un fantasma abducido por sí mismo. "¡Ya está llena la piscina, qué bien!", exclama la mujer. "¿Dónde está el niño?", añade."Ni idea", responde el hombre mirando sonriente el trozo de plástico sobre el césped mojado.
Claudia Munáiz
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