Llevo toda la vida yendo a la misma peluquera, como artista es un desastre pero, mientras perpetra sus mechas, se interesa por mi hernia discal y eso la absuelve.
Llevo diez años con el mismo mecánico; como profesional es lamentable pero, aunque me cobra las bujías que no me ha cambiado, me regala un ambientador con aroma de lavanda y eso le indulta.
Mi marido lleva ya tres meses con la misma aventura; como amante, según él la chica es un fraude pero, cuando se va de nuestro dormitorio, olvida siempre sobre la mesilla su cajetilla de Chesterfield y eso la salva.
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