Hablar de muertos vivientes en el desván de tu casa, a la
luz de las velas. Pasarnos la chuleta en el examen de física. Sujetarnos la
frente mientras vomitábamos nuestras primeras borracheras. Bañarnos desnudos en
el pantano. Mirarte mientras te secabas, con esa parsimonia tan tuya.
Recorrernos Europa, mochila al hombro. Conocer a tu novia. Acompañarte en tu
boda. Ser el padrino de tu primera hija. Querer a tus nietos como si fueran
míos. Visitarte en el hospital. Poner flores en tu tumba cada lunes. Volver
solo a mi casa. Preguntarme, una vez más, por qué decías que el valiente era
yo.
Javier Regalado
No hay comentarios:
Publicar un comentario