-"Tengo 782 amigos en Facebook", comentó uno de los asistentes a la cena del sabado"
-¿"¿Y cómo son?", pregunté. No hubo respuesta. Sólo una expresión facial de incertidumbre. Me acordé entonces de que Simone Back tenía 1.082 "amigos" en Facebook y ninguno movió un dedo para evitar su suicidio, anunciado por ella misma en un breve post que leyeron muchos de sus supuestos amigos: "Me tomé todas mis pastillas. Moriré pronto. Adiós a todos", dejó escrito como única despedida. Ninguno de sus 1082 "amigos" de Facebook intentó evitarlo, ninguno trató siquiera de saber por qué, ninguno avisó a la policía, ninguno la llamó por teléfono, ninguno advirtió a su madre, ni siquiera alguno de los que vivían en su propia calle. Diecisiete horas después,Simone Back fue hallada muerta en su apartamento. Estoy seguro de que ella habría cambiado con gusto sus 1.082 "amigos" por uno de carne y hueso, alguien real, no virtual, que pudiera consolarla, escucharla en uno de esos tantos momentos de debilidad por los que pasamos todos los Simone Back de este mundo, tengamos o no tendencias depresivas, como supuestamente padecía ella. Las nuevas tecnologías son una consecuencia útil e inevitable del progreso humano, pero no pueden sustituir el afecto, el amor ni el calor que brota de nuestra fuente de vida. Simone Back se había dado cuenta de ello. Sus 1.082 "amigos" de Facebook, no.
1 comentario:
Como decía Plutarco:"La amistad es animal de compañía, no de rebaño"
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