Soy un taxista que sufre el Síndrome del Taxista aun fuera del trabajo, cuando me disfrazo de civil y me dejo llevar por mis más bajos instintos cardiacos. Las novias me duran lo que dura un trayecto (corto o largo; pero un trayecto al fin y al cabo). Y es que siempre me pasa lo mismo: Conozco a la mujer de todos mis flechazos, bajo la bandera del amor urgente y en un abrir y cerrar de puertas los flechazos, el amor urgente y la mujer se apean de mi taxi o de mi vida, mueren, y desaparecen (como en el anuncio de Cucal). Y si no se apea ella, la echo yo al alcanzar un destino que siempre aparece de súbito, nada más doblar la próxima esquina del alma.
Daniel Diez
Daniel Diez
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