Todos hemos visto en las pelis del oeste como los pueblos crecen en torno a la única calle existente. Banco, almacén, salón, hotel…
Pues Ortuella era algo parecido cuando nació hace más de 100 años. A partir de la estación del tren, en la misma y casi única calle estaba el ayuntamiento, los comercios, el cine, el sindicato, la plaza, el quiosco, la escuela, la casa de aduanas, correos, etc. Aquella, aunque con otro nombre, era la calle mayor de Ortuella.
Aquella era una vía de comunicación donde carros, ganadería y personas compartían el mismo espacio y a menudo el mismo barro.
Sin embargo cuando los caminos se convierten en carreteras, las vías de comunicación se van convirtiendo en “barreras de incomunicación” de donde el peatón poco a poco es expulsado.
La N-634 acabó robándonos nuestro lugar, nos expulsó de nuestra calle mayor, para convertirla en lugar de paso y poco a poco, sin darnos cuenta, la modernidad posibilitó que el número y la velocidad de los coches fuera en aumento. Esto hizo que el mayor problema en este pueblo fuese encauzar ese metálico y ruidoso río sin que nos hiciese daño. Semáforos, rotondas, pasos subterráneos y elevados, todo era valido para conseguir que aquellos vehículos en desbandada entrasen por un lado y tras cruzar el pueblo lo abandonasen sin causar demasiados desperfectos como si fuesen una estampida de vacas.
Ahora, desde 1990, la nueva modernidad, con sus autopistas, nos posibilita un regreso al pasado. Volver al reencontrarnos nuevamente en la olvidada calle mayor.
Rafa.
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