El otro día, al llegar a casa, en el contestador automático de mi teléfono, una voz angustiada había dejado el siguiente mensaje: "Mamá, soy yo, Andrea, que si puedo cenar hoy en tu casa,... sólo te llamo para eso, para saber si puedo cenar contigo esta noche, avísame, por favor, no dejes de avisarme estaré toda la tarde aquí,..." Evidentemente, no soy la madre de Andrea, así que seguro que se quedó sin cenar la pobre, .... y yo también, pues no fui capaz de freír un par de huevos conociendo semejante drama.
Se que no está bien , pero antes de acostarme he marcado al azar unos números hasta dar con un contestador en el que he grabado el siguiente mensaje: "Marta, que vengas en seguida porque Ander se ha caído por el hueco de la escalera y Jone se ha tragado una cuchilla de afeitar, pero no me puedo mover de casa porque no tengo con quién dejar al pequeño. Date prisa".
Ha sido un desahogo.
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