sábado, 20 de agosto de 2016

Gaurko ipuina:

Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A los aldeanos les parecía una gran persona pero un poco raro. La verdad es que ese hombre les llamaba la atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le pidieron que les predicase. Y el hombre no dudó en aceptar. El día que eligió, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos y tras una breve pausa preguntó:
-Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
-No -contestaron.
-En ese caso -dijo-, no voy a deciros nada. Sois tan ignorantes que de nada podría hablaros que mereciera la pena. En tanto no sepais de qué voy a hablaros, no os dirigiré la palabra.
Los asistentes, muy confundidos, se fueron a sus casas. Al día siguiente y decidieron pedirle al santo que les dijera unas palabras.
El hombre de nuevo les preguntó:
-¿Sabéis de qué voy a hablaros?
-Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
-Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.
Los aldeanos ahora se sintieron burlados y se enfadaron mucho. Pero no se dieron por vencidos y le dijeron de nuevo al hombre santo que hablara
El les miró en silencio y calma. Y luego preguntó:
-¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos se habian puesto esta vez de acuerdo en la respuesta:
-Algunos lo sabemos y otros no.
Y el hombre santo dijo:
-En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no saben.
Y dicho esto, el hombre santo se marchó para siempre al bosque.


Cuento indú.

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