Resumen: Es difícil clasificar las peliculas de Ken Loach, porque la fortaleza de estos son muchas veces sus personajes y los lazos que forjan para enfrentar el mundo, las injusticias, la adversidad. Por eso en ellos puede entrar el drama, la comedia y el suspenso libremente, pero nunca como esqueletos de un guión sino como desprendimientos de la vida de sus protagonistas. La parte de los ángeles se puede leer también desde aquí y desde la nobleza con la que el director construye estos mundos tan peculiares.
La película se centra principalmente en Robbie (Paul Barnnigan), un joven padre con un importante historial de delincuencia y violencia. Tras su último arrebato debe cumplir horas de trabajo comunitario; allí conoce a Harry (John Henshaw), su jefe, quien lo introducirá en el mundo del whisky y sus aromas pero que también lo ayudará a proyectarse un futuro más alentador. A su vez, entabla amistad con los demás compañeros y entre todos ingresarán al universo del whisky y las destilarías de la forma menos pensada. (La parte de los ángeles hace referencia al 2% del whisky que se pierde, que se evapora, en el proceso de elaboración). Ken Loach una vez más dirige su mirada hacia un grupo de excluidos sociales que luchan por mejorar su mundo y el de los demás. La manera en que se van forjando los lazos de compañerismo, de solidaridad, es una de las marcas registradas del director, y en este film esta impronta es sin duda el tema principal de la película. Se suma la idea de la redención, de las segundas oportunidades, pero como objetivos que nunca se consiguen individualmente sino a través del esfuerzo colectivo. Este tópico se refuerza a medida que avanza el film y fortalece cada una de las escenas.
Pareciera ser como si el director buscase tan sólo una excusa para volcar su necesidad de mostrar a estos personajes: cada uno con sus particularidades que, aunque no lo sean, Loach convierte en las principales fortalezas de cada uno. De esta manera el espectador toma partido por ellos, los empieza a sentir como una gran familia a la que sólo deberían pasarle cosas buenas. Sin duda que el conflicto de sus vidas ahogadas en violencia y alcohol no deja de ser parte de la superficie de cada uno de ellos, pero ese drama nunca adquiere protagonismo aquí, tan sólo se lo deja percibir.
Algunos momentos del film pueden resultar un poco débiles o de cierta ligereza argumental, pero por ello justamente el realizador logra tanto realismo a la hora de construir a sus personajes principales: llenos de miedo, de violencia, de agresión, pero también llenos de amor y necesidad del otro.
2 comentarios:
Resumen:
Es difícil clasificar las peliculas de Ken Loach, porque la fortaleza de estos son muchas veces sus personajes y los lazos que forjan para enfrentar el mundo, las injusticias, la adversidad. Por eso en ellos puede entrar el drama, la comedia y el suspenso libremente, pero nunca como esqueletos de un guión sino como desprendimientos de la vida de sus protagonistas. La parte de los ángeles se puede leer también desde aquí y desde la nobleza con la que el director construye estos mundos tan peculiares.
La película se centra principalmente en Robbie (Paul Barnnigan), un joven padre con un importante historial de delincuencia y violencia. Tras su último arrebato debe cumplir horas de trabajo comunitario; allí conoce a Harry (John Henshaw), su jefe, quien lo introducirá en el mundo del whisky y sus aromas pero que también lo ayudará a proyectarse un futuro más alentador. A su vez, entabla amistad con los demás compañeros y entre todos ingresarán al universo del whisky y las destilarías de la forma menos pensada. (La parte de los ángeles hace referencia al 2% del whisky que se pierde, que se evapora, en el proceso de elaboración).
Ken Loach una vez más dirige su mirada hacia un grupo de excluidos sociales que luchan por mejorar su mundo y el de los demás. La manera en que se van forjando los lazos de compañerismo, de solidaridad, es una de las marcas registradas del director, y en este film esta impronta es sin duda el tema principal de la película. Se suma la idea de la redención, de las segundas oportunidades, pero como objetivos que nunca se consiguen individualmente sino a través del esfuerzo colectivo. Este tópico se refuerza a medida que avanza el film y fortalece cada una de las escenas.
Pareciera ser como si el director buscase tan sólo una excusa para volcar su necesidad de mostrar a estos personajes: cada uno con sus particularidades que, aunque no lo sean, Loach convierte en las principales fortalezas de cada uno. De esta manera el espectador toma partido por ellos, los empieza a sentir como una gran familia a la que sólo deberían pasarle cosas buenas. Sin duda que el conflicto de sus vidas ahogadas en violencia y alcohol no deja de ser parte de la superficie de cada uno de ellos, pero ese drama nunca adquiere protagonismo aquí, tan sólo se lo deja percibir.
Algunos momentos del film pueden resultar un poco débiles o de cierta ligereza argumental, pero por ello justamente el realizador logra tanto realismo a la hora de construir a sus personajes principales: llenos de miedo, de violencia, de agresión, pero también llenos de amor y necesidad del otro.
Cuando la vi en el cine pase muy buen rato
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