sábado, 21 de noviembre de 2009

Otra de piratas

No sé cuantos escuchabais impertérritos la historia de los piratas y pescadores sin que se os revolviesen las tripas, pero, inevitablemente, esto también es otra vuelta más de la misma mierda.
Las potencias pesqueras, con su tecnología, después de haber desertificado sus propios mares se dedican a robar los peces de otros mares con total impunidad. Estos peces son los que deberían llegar a la costa africana para alimentar a parte de su población. Sin embargo nos creemos con derecho de comer pescado barato a costa de los países pobres. Más de lo mismo.
Y cuando gente de esos países reaccionan a su manera, aquí se reúne el coro de plañideras convocado desde la falsa información televisada. No hablo de los pescadores y sus familias, hablo de los armadores, de la lógica de la máxima ganancia, de los gobiernos, de los televidentes que no quieren informarse.
Al final solo vale el “gora gu ta gutarrak” y para los otros, para los más pobres, solo mierda.
Rafa.

4 comentarios:

Rafa dijo...

Texto informativo.
En 1991 se hundió el orden político de Somalia, país que sucumbió a una guerra civil
empeorada por la intervención estadounidense. El colapso político dejó la sociedad
somalí sin defensas,situación que fue aprovechada por navíos procedentes de Europa, Estados Unidos,China y otros países para verter en sus aguas grandes
cantidades de residuos
tóxicos y radioactivos. El abuso se hizo visible cuando, en
2005, un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos
residuos. Según el enviado de las Naciones Unidas en Somalia
Ahmadou Ould-Abdallah,
la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina
provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes.
Pero las desgracias no terminan ahí. Aprovechando el desgobierno, una multitud de barcos de pesca empezó a faenar en las aguas frente al país, incluidas sus aguas
territoriales. En 2005
se calculó que pescaron allí unos 800 barcos de distintos países, muchos de ellos europeos y, más específicamente, españoles. Se estima que los ingresos
generados durante un año por esta pesca extranjera ilegal ascendía
a 450 millones de
dólares. El resultado fue la rápida disminución de unas reservas
pesqueras que eran el
principal recurso para las comunidades de pescadores del
país, catalogado como
uno de los más pobres del mundo.
Un reportaje de Al
Yazira informa de que grupos de somalíes trataron de constituir un
cuerpo autodenominado “Guardacostas
Voluntarios de Somalia”, reuniendo dinero con el que pagar a la
empresa estadounidense Hart Security, que se dedica a
entrenar y formar luchadores y mercenarios por todo el mundo –y que, años más
tarde, ha actuado como
mediadora para el cobro de rescates en aquellas mismas
aguas: ¡negocio redondo!–.
Al parecer, hubo intentos de esos guardacostas
voluntarios de negociar
con los buques de pesca extranjeros para que dejaran de
faenar o pagaran un
impuesto para seguir haciéndolo, intentos que resultaron fallidos.
( Sigue en comentario 2)

Rafa dijo...

El desenlace final fue
lo que hoy se califica como piratería somalí. En un país
plagado de armas,
desgarrado por bandas rivales y sometido a una situación
económica desesperada,
un desenlace así no debería sorprender. A la vista de lo
anterior es legítimo preguntarse:
¿quiénes son, en esta historia, los verdaderos
piratas?
Hay en España quien
propone que los atuneros españoles (que son sobre todo
vascos) lleven militares
a bordo para disuadir a los piratas. En el Parlamento vasco,
SIN PERMISO - artículos en la WEB
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2860
1 de 2 02/11/2009 9:25
los votos del PP y el
PNV han hecho posible el pasado 8 de octubre aprobar una
moción en esta línea. El
Congreso ya lo había descartado meses antes arguyendo
que la legislación
española no lo permite. Francia sí lo permite, y hace tiempo que en
el Índico los barcos de
pesca franceses llevan militares a bordo. Pero esta diferencia
es de detalle: ambos
países lograron que el 10 de diciembre de 2008 los ministros
de Defensa de la Unión
Europea aprobaran la llamada Operación Atalanta contra la
piratería somalí, y que
se diera luz verde al envío de entre 6 y 10 buques de guerra
para “garantizar la
seguridad” en el golfo de Adén con el mandato de vigilar las
costas de Somalia, “incluidas
sus aguas territoriales”.
Estos hechos muestran
que el colonialismo no sólo no ha muerto, sino que está
tomando nuevos bríos. Y
un nuevo aspecto marcado por la crisis de recursos
naturales, en este caso
la pesca. Las flotas pesqueras de los países ricos,
compuestas por buques
con capacidad para moverse por todos los mares del
mundo, esquilman un
caladero tras otro: son las principales culpables de la
sobrepesca que desde
hace años viene destruyendo la capacidad de regeneración
de las especies marinas y
preparando un colapso de las capturas a escala mundial.
Las primeras
perjudicadas son las poblaciones de los países pobres que dependen
de la pesca local: ellas
carecen de flotas potentes para pescar lejos de sus costas.
El caso somalí es uno de
los más sangrantes por las circunstancias políticas
internas, pero no es el
único.
España está recuperando
sus blasones imperiales contribuyendo a empobrecer a
uno de los países más
pobres del mundo. Al hacerlo no sólo comete una injusticia,
sino que practica una
política sin futuro también para sus habitantes. Porque cuando
ya no haya caladeros por
explotar en ningún rincón del mundo, ¿qué harán nuestros
marineros y pescadores?
Es una indignidad
aprovecharse de un país desangrado por una guerra civil y luego
mandar a los soldados a
defender una causa indefendible que no hace más que
profundizar la tragedia
de ese pueblo. Y si se quiere mirar desde otra óptica,
¿cuánto nos cuesta
mantener la dotación de dos buques de guerra, un avión y 395
efectivos de la Marina
española que tenemos destacados en la zona?
El caso tiene su
moraleja. Un país desarrollado como España no debe, tras agotar
sus propios recursos
pesqueros, expandirse por los mares del mundo privando a
otras poblaciones más
pobres de sus medios de subsistencia, porque agrava la
situación de esas
poblaciones y las empuja a una resistencia que desemboca en
aventuras violentas y
salidas militares. La solución hay que buscarla en casa,
adaptándose a unos
ecosistemas dañados y gestionándolos mejor (por ejemplo, con
la piscicultura como
alternativa a la pesca), y adoptando medidas previsoras para
que nadie se quede sin
trabajo y sin fuente de ingresos. Es inquietante que se esté
haciendo exactamente lo
contrario: optar por la huida hacia delante y por un
neoimperialismo
ecológico reforzado militarmente que sólo puede redundar en un
empeoramiento de la
situación.

Sacado de PUBLICO

Gelo dijo...

Un amigo me mandó el otro dia por correo esta reflexión que quiero compartir con vosotros.

"Los medios de comunicación tenemos un problema: no practicamos la autocrítica, sólo la crítica y a veces sin medida. Somos maestros en ver la paja en el ojo ajeno y negados para distinguir la viga… Nos hemos creído toda esa zarandaja del Cuarto Poder y vamos por la vida con un boato impropio de un oficio que debía estar dedicado a la gente. Copiamos las ínfulas de los políticos que, después de todo, son meros representantes, delegados de la ciudadanía; o la de los jueces, con sus togas de meter miedo cuando sólo son funcionarios públicos y público somos todos. Nunca me gustó la gente que se disfraza.

Durante el secuestro del atunero Alakrana el papel de la mayoría de los medios de comunicación españoles ha sido lamentable. No ya porque se diera munición a los piratas, a los abogados sin escrúpulos y se dificultaran las gestiones para la liberación de los pescadores. Lo lamentable ha sido el sensacionalismo extremo del tratamiento informativo, el todo vale, la nula comprobación de fuentes y noticias y la invención pura con el falseamiento de datas atribuidas a nombres exóticos como si fueran becarios de la casa, sin citar agencia ni procedencia del material como hizo un periódico nacional que frecuenta estas prácticas tan poco éticas. Las televisiones creyeron que estábamos en diario de Patricia o similar en el Índico y han abusado de las familias, manipulado sentimientos, miedos y declaraciones para lograr unos puntos extra de audiencia.

Los camarógrafos persiguieron a los primeros agentes de seguridad privada, mostrando sus rostros y los redactores metieron los micrófonos por las ventanillas como si se trataran de presuntos famosos correteando por el aeropuerto de Barajas o la estación del AVE. Malos agentes son estos que no tomaron las medidas adecuadas para proteger su imagen, algo esencial en su trabajo.

Ahora con toda esa seguridad privada a bordo de otros barcos armados hasta los dientes con armas de guerra pagadas por todos los españoles, los patronos de los atuneros podrán arriesgar un poco más a sus tripulaciones y faenar en aguas peligrosas, más cerca de la costa de Somalia, como señalaba estos días Nacho Escolar en su blog. En todos estos días nadie se ha interesado por la responsabilidad de los dueños de los barcos.

El PP, aconsejado por asesores inteligentes a tiempo parcial, optó por el silencio durante la crisis. Incluso Federico Trilero, perdón Trillo, dijo en Onda Cero: “Me voy a morder la lengua”, o algo así. Un ministro de Defensa que equivocó tantos cadáveres, no dio la cara en el juicio contra sus subalternos y que aún se esconde cobardemente detrás de su acta diputado, debía morderse algo más que la lengua. La conciencia sería un excelente aperitivo.

Para completar el sainete, los familiares de los pescadores vascos por los que este país se ha desvivido durante un mes y medio se negaron a subirse en un avión de la Fuerza Aérea española, al parecer por razones ideológicas o por el qué dirán y no por seguridad en el transporte. Íbamos a por atunes y nos topamos con besugos al por mayor."

Anónimo dijo...

Como dice el refrán "a río revuelto ganancia de pescadores" pero en este caso los pescadores eran los únicos que perdían y todo lo que se movía a su alrededor se movía por el vil metal. El dinero que surge de las grandes audiencias, el dinero que se esconde detrás de los escaños parlamentarios, el dinero de la seguridad privada, el dinero de la mafia que empuja y arma a los piratas, el dinero de los armadores que pescan más atún poniendo de cebo a simples pescadores, negros y blancos. Y las lágrimas siempre brotando de los mismos ojos, surcando los mismos rostros para que otros brinden con copas de champán el nuevo éxito conseguido.¡Iros a la mierda!