Cuando trajeron al abuelo a casa, dejó de hablar y se quedó varado frente al televisor. A veces, cuando yo volvía del colegio, lo veía con la mirada perdida en la negrura de la pantalla y le preguntaba qué estaba haciendo. Él nunca contestaba así que lo dejaba solo y me iba a mi habitación. Una noche mientras cenábamos, pasaron por televisión la explosión del Challenger. El abuelo dijo: “Valencia”, y una lágrima mojó su piel reseca.
Lola.
Lola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario